Del mismo modo que la foto o la escultura de una persona no son esa persona, así un cuadro o una escultura de Jesús no son Jesús. Sabemos que estamos ante imágenes, representaciones que de alguna manera nos recuerdan algún aspecto de la vida o del misterio de Jesucristo. Por eso tenemos que distinguir entre venerar una imagen de Cristo y adorar al Hijo de Dios. La advertencia del Antiguo Testamento no ha perdido actualidad. No rezamos a una imagen sino que rezamos a Aquel que está representado por la imagen. ¡Pobres de nosostros si pusiéramos nuestra esperanza en un trozo de madera!.Y lo mismo que decimos de las imágenes de Jesús podemos decirlo de las de la Santísima Virgen o de los santos. A través de la veneración a estas imágenes estamos adorando al verdadero Dios, que ha hecho maravillas en estas personas transformándolas a imagen suya. Porque a los que conoció de antemano, los destinó también desde el principio a reproducir la imagen de su Hijo, llamado a ser el primogénito entre muchos hermanos. Los santos reproducen así la imagen de Cristo y nos introducen en su misterio.
Conclusión: Las veneramos pero no las adoramos y nos deben de unir en fraternidad sin fanatismo.
1 comentario:
Ja der Junge wuste was leiden ist !
Jesus ist eben die Coolste Sau aus den Universum gewesen.
Gruß Martin
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